Sin duda, el proceso de aprendizaje de un nuevo idioma resulta un desafío para nuestra mente. Aunque es cierto que los jóvenes tienen una mayor capacidad de mimetismo y retención, no existe ninguna evidencia de que las personas mayores sean más lentas a la hora de absorber nueva información.

Es más, una tarea realizada por placer antes que por obligación suele resultar mucho más productiva. Asimismo, interviene el tiempo extra que le pueda dedicar un adulto que se encuentre jubilado frente a, por ejemplo, un adolescente que acuda al instituto, con una importante carga lectiva. De hecho, el elemento clave para el éxito a la hora de aprender un idioma es, sin lugar a dudas, la motivación.

Idiomas y enfermedades cognitivas

No obstante lo anterior, también es cierto que aprender un idioma en la edad adulta tiene sus obstáculos. Con el paso de los años, normalmente es necesario repetir más veces una palabra o expresión antes de interiorizarla, y cuesta más recordar el nuevo vocabulario.

A pesar de estas dificultades, algunas investigaciones sugieren que el aprendizaje de idiomas puede ayudar a retrasar la aparición del deterioro cognitivo asociado a la edad. De hecho, los resultados de un estudio de 2013 apuntaban que las personas bilingües que padecen demencia desarrollan la enfermedad varios años más tarde que las monolingües.

Inmersión cultural y herramienta para socializar

Aprender idiomas no es sólo un recurso para ejercitar la mente, también implica descubrir diferentes culturas de otros países, lo que puede abrir nuevos horizontes de intereses. Frases hechas y refranes, expresiones cotidianas, similitudes con el idioma materno, palabras sin traducción…

Además, se trata de una magnífica forma para socializar: no sólo se establecen nuevas relaciones al acudir a clase, aunque no se alcance el nivel necesario para mantener una discusión sobre filosofía, el lenguaje siempre ha sido un punto de unión entre las personas, otorgando la capacidad para relacionarse con gente de fuera del entorno habitual, e incluso del mismo, gracias al proceso de globalización.